
Es bastante habitual que a nuestro local acudan personas que no solo desean vender sus joyas de oro sino con consultas sobre metales preciosos de inversión. En este post vamos a explicar las peculiaridades del oro de joyería frente al oro de inversión y cómo, aunque parezca lo mismo, existen notables diferencias.
Una cuestión de quilates
Es normal que clientes con joyas antiguas acudan a nosotros indicándonos que esperan un precio concreto porque han visto que a nivel inversión en ese momento el oro vale exactamente eso. A pesar de ello, la tasación que reciben es menor.
La explicación está en los quilates. Estos son una unidad de medida de la pureza de los metales, tal y como te hablamos en su momento en este artículo, (no confundir con los quilates de las piedras preciosas, que son una unidad de peso).
El oro es uno de los metales más dúctiles y maleables que existen. Esto quiere decir que su escasa dureza le permite adoptar múltiples formas, como estirarse en un hilo más delgado que un cabello humano, o aplanarse en una lámina de micras de espesor.
Esta cualidad, que ha permitido a los artesanos trabajar con facilidad durante muchos siglos, es también una de sus debilidades. Por ello, para usarse en joyería, el oro tiene que alearse con otros metales, que le dotan de cualidades capaces de evitar que se estropee el trabajo del orfebre.
Los quilates del oro de inversión
El oro de inversión (en forma de monedas y lingotes) suele ser de entre 22 quilates (91,7% de pureza) o 24 (99,99%), también llamado oro puro.
En cambio, es muy raro que se fabriquen joyas de 24 o 22 quilates. Lo normal es que las piezas de joyería sean, como máximo, de 18 quilates (75% de pureza), y de ahí para abajo: 14 quilates (58,3%), 10 quilates (41,7%) o 9 quilates (37,5%).
Ahí está, precisamente, la clave de la cuestión: los quilates.
Las piezas de joyería pueden contener una cantidad de oro más baja de lo que imagina el cliente, y este es el motivo por el cual a menudo la tasación suele ser menor de lo que el cliente se esperaba. Además, el precio de una joya en el momento de adquirirla no depende únicamente de los quilates del oro, sino también de otros aspectos como el diseño, la dificultad de elaboración de la joya o las características de los demás materiales que contiene. A medida que pasa el tiempo, el valor o precio original de la joya puede disminuir, puesto que año tras año van surgiendo nuevos estilos, modas y técnicas de fabricación.
La joyería, el mayor consumidor mundial de oro
Según los datos del informe Gold Demand Trends 2019, del Consejo Mundial del Oro, la demanda de joyas de oro fue de 2.107 toneladas en 2019, un 6% menos que las 2.240,2 toneladas de 2018.
El sector de la joyería es, junto con el de la inversión, el que consume una mayor cantidad del oro que se extrae de las minas. Aunque su porcentaje ha descendido en las últimas décadas, debido a la pujanza de sectores como el tecnológico, el sector joyero aún acapara más del 50% de la demanda total de oro a nivel mundial.
Joyería “de inversión”
El oro de inversión tiene unas características de pureza y forma que están definidas, en el caso de la Unión Europea, por la normativa fiscal. Esta establece que solo los lingotes y monedas que cumplan determinadas condiciones serán considerados como tal y, por tanto, estarán exentos del impuesto sobre el valor añadido.
Para que un lingote sea considerado oro de inversión, debe ser de ley igual o superior a 995 milésimas y su peso debe ajustarse a lo establecido según la ley. En cuanto a las monedas, para considerarlas oro de inversión, deben cumplir estos requisitos: ser de ley igual o superior a 900 milésimas; haber sido, en la actualidad o en algún momento del pasado, de curso legal en su país de origen; acuñadas después del año 1800; y comercializadas, de forma habitual, por un precio que no supere el 80% del valor de mercado de la cantidad de oro que contienen.
Oro de inversión y joyería no es lo mismo
Por lo tanto, hay que separar cuidadosamente el oro de inversión y la joyería. En la formación del precio de los lingotes y monedas de inversión (ojo, no de colección), la magnitud fundamental es el valor del metal precioso. A este se la añade una pequeña prima que cubre los gastos en los que ha incurrido la refinería o casa de la moneda para fabricar/acuñar la pieza.
Por otro lado, el oro de joyería es muy blando y se mezcla en mayor o menor medida con otros metales para fabricar diferentes tipos de joyas. Este es el motivo por el que existe el oro de diferentes colores; el oro blanco, por ejemplo, puede mezclarse con metales blancos como el platino; el oro rosa, por otro lado, puede obtenerse mediante la mezcla del oro con la plata y el cobre. En definitiva, el oro de joyería se emplea en combinación con otros metales que facilitan la fabricación de las joyas, mientras que el oro de inversión se caracteriza por su alto nivel de pureza.